viernes, 26 de septiembre de 2014

El jardin florido

 En un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podria ser cualquier tiempo, había un hermoso jardín con manzanos y naranjos, perales bellísimos, rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste.

El pobre tenia un problema:
!No sabia quién era!

Lo que le faltaba era concentración, le decía el Manzano.

Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas, ¡ve que faácil es..!
-No lo escuches-, exigía el Rosal

Es mas facil tener rosas y !ver que bellas son!

Y el árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más fustrado.

Un día llegó hasta el jardín un buho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamo:

"No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra.

Yo te dare la solución... No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas.

Sé tu mismo, conócete... y para lograrlo, escucha tu voz interior".

Y dicho esto, el buho desapareció.

¿Mi voz interior?...
¿Ser yo mismo?...
¿Conocerme?

Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:

"Tú jamás daras manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera, porque no eres un rosal.

Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje....

Tienes una misión...
¡Cúmplela!"

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo, y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos, y solo entonces el jardín fue completamente feliz.

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