1. Disfrutar unos de otros
La esencia de una familia feliz pasa por la capacidad de sostenerse unos a otros, y esto tiene que ver con la forma del trato interpersonal.
En las familias felices hay un disfrute que caracteriza la interacción de los miembros. Los padres llegan a casa y los chicos están felices de verlos, y, cuando los éstos llegan a casa, los padres experimentan el mismo gozo.
2. Intercambiar historias
Cuando tus chicos vienen a casa, pregúntales qué ha ocurrido en la escuela y ten una historia preparada para ellos. Si llegas a casa abatido o desalentado y no haces más que prender la televisión y echarte en el sofá, ¿por qué deberían ellos tener ganas de verte? Una vez que llegas al hogar, lo primero que hagas tiene que estar relacionado con los chicos.
Debes dejar a un lado todo lo que estás haciendo o pensando y siempre llegar a casa con algo para compartir con ellos, ya sea una historia o una pequeña viñeta.
3. El matrimonio primero
Ofrece ejemplos verdaderos de amor. La relación y el matrimonio deben estar siempre primeros. Hay familias en las que los chicos vienen siempre primero.
En consecuencia, ellos se transforman en proveedores sustitutos de amor. Esa es una carga injusta que muchos ponen sobre los niños, y también es malo para la familia en general, ya que los chicos abandonarán el hogar algún día.
4. Comer juntos
Los miembros de las familias que cortan el pan juntos, permanecen unidos. Es así de simple. Las cenas familiares son un punto esencial; son un momento para conectarse. Procura tener, al menos, cuatro cenas familiares por semana.
5. Jugar juntos
Establece una o dos actividades que la familia pueda realizar en forma conjunta sobre una base diaria. Se recomienda contar historias para dormir a los más chiquitos o un capítulo de una novela a los más grandes.
6. La familia antes que los amigos
En las familias felices, la familia está antes que los amigos. El consejero del campamento suele entender algo que los padres, a veces, no consiguen, y es que el cuidado de los chicos tiene que ser divertido.
Nadie lo duda: la amistad es importante, pero debe estar subordinada a la familia.
7. Actividades extracurriculares limitadas
En la actualidad, un creciente número de chicos se encuentran sobrecargados y participan en seis o siete actividades semanales después de la escuela
La madre se convierte en un chofer y los chicos nunca están en casa al mismo tiempo. Esta no, precisamente, es la receta de una familia feliz.
Si tus hijos crecen sin saber lo que es el ballet —entiéndase sin haberlo practicado—, no deberá considerárselo como algo trágico.
Encontramos aquí dos extremos: la ausencia de actividades extracurriculares y la sobreabundancia de las mismas. Aquí, lo importante, es encontrar la moderación.
Creen sus propias actividades extracurriculares como familia. Por ejemplo, lleva a tus chicos a andar en bicicleta, roller, o a remontar barriletes, más allá de las clases de fútbol soccer de los días martes.
8. Construye y honra rituales
Las familias necesitan rituales. Éstos pueden ser religiosos, nacionales, e incluso familiares. Las familias felices tienen rituales significativos y no se sienten agobiadas por estos.
Los rituales pueden ser exclusivos de tu familia, como ir a comprar panecillos los sábados por la mañana, una noche de pizza semanal, o la entonación de una canción familiar; o pueden ser comunitarios, como la visita semanal a la iglesiao al templo.
No obstante, toda familia debe tener sus rituales únicos. Los rituales suelen estrechar los lazos entre los miembros de la familia a raíz de su característica de repetición en el tiempo.
Para que funcionen, las rituales tienen que ser flexibles. Es decir, si la tienda de panecillos está cerrada, entonces habrá que encontrar otro sitio adonde ir.
9. Controla el nivel de la voz
Recuerda que los chicos necesitan y se nutren de la estabilidad. Es menester que el ambiente en el hogar sea calmo.
Habla con tus niños, establece reglas firmes, y castígalos cuando sea necesario, pero nunca pierdas el control ni grites.
Si maldices a los niños, estarás demostrando que estás fuera de control y crearás un ambiente no pacífico.
10. Nunca pelees frente a los niños
Mientras que algunos resquemores o regaños pueden ser inevitables, intenta mantener el control enfrente de los niños.
Si los chicos los ven pelear y discutir, deberán disculparse y decir:
“Lamento que hayan tenido que presenciar nuestra pelea. Papá y mamá han tenido un desacuerdo, pero está todo bien ahora”.
11. No trabajes demasiado
Todo trabajo y nada de diversión puede hacer que las cosas se vuelvan un tanto monótonas para una familia.
Si estás afuera todo el tiempo y no das prioridad a los chicos, ellos podrían ser invadidos por sentimientos de inseguridad.
Así, pronto podrían comenzar a creer que ya no son tan valiosos para sus padres.
12. Alienta la armonía entre los hermanos
La rivalidad entre hermanos puede ocasionar divisiones. Es bueno hablar con los chicos y hacerles saber lo afortunados que son por tener hermanos con quienes poder jugar y divertirse.
13. Códigos familiares
Todas las familias felices tienen códigos internos. Sin dudas, estos están dados por las experiencias vividas por los integrantes, y, muchas veces, hacen que las personas ajenas se miren extrañadas —y queden maravilladas— ante ese particular entendimiento.
Las bromas y los apodos simbolizan un sentimiento de pertenencia, dejando en claro que ese grupo de personas es tu lugar en el mundo.
14. Sé flexible
No caben dudas de que es más fácil decirlo que hacerlo. Por la misma naturaleza de esta institución, las familias cambian, y todos debemos estar abiertos a estos cambios que generalmente están relacionados con la edad.
Alguien se casa, alguien muere, alguien vuelve a casarse, y los adolescentes ya no son chicos y los adultos jóvenes ya no son adolescentes, pero aún siguen siendo parte de la familia.
15. Comunícate
En una familia feliz, todos se comunican con todos. Con frecuencia, las familias tienen un líder, y éste es el que imparte los mensajes a los demás miembros.
Sin embargo, en una familia feliz, tiene que haber líneas de comunicación más flexibles y abiertas. En las familias felices, todos los miembros son capaces de decir lo que quieren con absoluta libertad.